Hablamos de los prolegómenos de la reconstrucción identitaria y memorial del sujeto poscolonial a causa de la complejidad definicional del concepto identidad y memoria. A esto se añade la hermenéutica transdisciplinar. La identidad es de índole filosófico-antropológica y sociocultural, y no de naturaleza sociopsicológica. La memoria es íntimamente ligada a la identidad. Dado que la identidad es un construido permanente, este sujeto cultural postcolonial hace vaivenes perenes, buscando así el camino de una reconstrucción identitaria y memorial. Es un sujeto que ha sido formado desde una enculturación bifurcada que refleja las dos experiencias que ha vivido como individuo. Se trata, en primer lugar, de una enculturación autóctona o endoglósica, que consiste en convertir a las jóvenes generaciones en réplica de sus mayores por medio de cualesquiera métodos socialmente consensuados, como la hoy idílica formación iniciática, la amena narración de relatos o epopeyas como obras de la oralidad del pueblo de origen. En segundo lugar, se refiere a la enculturación foránea o exoglósica, avalada y diseñada por la cultura occidental dominante, y localizada en los centros iniciáticos o aparatos del poder establecido, como las escuelas, los colegios internados, los seminarios, etc., y cuyos coadyuvantes son los cuarteles militares, las iglesias, las tiendas, la prensa escrita, la radio, los coches de línea, etc. Memoria e identidad, pues, son conceptos hondos de sentidos si nos afanamos al estudio de este campo. Esta obra se quiere como prolegómenos de un estudio para su reconstrucción.